Lorde
Ese día, como todos los días, llevé a mi hija Sol al preescolar.
Parecía un día normal hasta que llegó la hora hora del recreo. A partir de ese momento, todo cambió.
Los niños salieron al patio a comer su almuerzo antes de jugar. Nadie se dio cuenta de que Sol se sintió atraída por algo o alguien que pasaba afuera de la escuela.
Y es que la escuela, en tiempos pasados fue una casa y ahora la habían adaptado pero dejaron el patio tal cual se construyó; con un muro bajo al exterior, rematado por barrotes de herrería, los cuales permitían mirar de dentro hacia afuera y viceversa.
Sol, no contenta con acercarse, se encaramó al muro y para no caerse, afianzó cada una de sus manos a un barrote. Pero no fue suficiente; ella quería sentirse más afuera de lo que consideraba un encierro. ¿Quién sabe cómo? logró sacar la cabeza entre los barrotes, lo cual le causó gran alegría pues había conseguido estar dentro y fuera a la vez.
Su dicha fue interrumpida por la campana que anunciaba el fin del recreo. Fue en ese momento en el que Sol se dio cuenta de que no podía meter la cabeza de regreso; ¡estaba trabada!
En ese momento también, las maestras y compañeros se dieron cuenta de que faltaba Sol y en ese momento escucharon su llanto.
Todos corrían de un lado a otro.
¡Se armó una rebambaramba!
!Había que poner calma!
La directora mandó a las maestras con sus alumnos a sus salones y solamente se quedó con el intendente de la escuela para encontrar una solución:
¿Llamar a los bomberos?
¿Llamar a un herrero?
¡Un milagro era lo que se necesitaba!
En eso, el gato Manchas de la casa vecina , saltó hacia Sol y comenzó a maullar.
Sol, atraída por Manchas, quién sabe qué movimiento hizo, que destrabó su cabeza y quedó ¡libre! Eso sí, tenía las orejas coloradas y adoloridas.
Al otro día, cuando llevé a Sol a la escuela, nos extrañó mucho ver la fachada tan cambiada; arriba del muro ya no podía entreverse la escuela pues habían placas metálicas atrás de los barrotes. Antes de que entrara Sol a la escuela, llegó Manchas y se enredó entre sus piernas a modo de saludo.
F I N